Arquitectura como espectáculo

con No hay comentarios

“Enfoco la arquitectura de un modo diferente. Examino la obra de los artistas y me valgo del arte como inspiración. Procuro que tanto yo como los miembros de mi equipo quedemos libres de la carga cultural para buscar nuevas formulaciones. Quiero ser una persona abierta a todo. No hay reglas, no existe lo correcto ni lo incorrecto. No tengo claro qué es feo y qué es bonito.” Frank O. Gehry.

En agosto de 1988, Philip Johnson y Mark Wingley organizaron en el MOMA la exposición titulada Deconstructivist Architecture, en la que toman parte arquitectos como Frank Gehry, Rem Koolhaas, Zaha Hadid, Coop Himmelb(l)au, Peter Eisenman, Daniel Libeskind y Bernard Tschumi. De ella, Philip Johnson dijo:
“Los proyectos de esta exposición marcan una sensibilidad diferente, una en la que el sueño de la forma pura ha sido perturbada. Es la capacidad de perturbar nuestros pensamientos sobre la forma lo que hace a estos proyectos deconstructivos. La muestra examina un episodio, un punto de intersección entre muchos arquitectos donde cada uno construye un inquietante edificio mediante la explotación del potencial oculto del modernismo.”

Estos edificios / objetos tienen mucho que ver con la cultura Pop, en la que se elevaban a la categoría de obras de arte objetos cotidianos. La arquitectura moderna se presenta como la producción de objetos de consumo, dado que la modernidad es algo efímero.
Debe satisfacer las necesidades de un grupo determinado observándolo y construyendo para él, debe ser un objeto espectáculo para una sociedad que consuma dicho espectáculo. La forma deja a un lado las reglas cartesianas del movimiento moderno y se adapta a los gustos de la sociedad. Se estudian nuevos modos de expresión como el collage, el ensamblaje de distintos elementos para formar un todo unificado.

 

 

 

Se produce una búsqueda en la corriente Constructivista Rusa, que trataba de romper las reglas de la composición, para obtener a partir de esas rupturas la aparición de nuevos horizontes formales que posibilitaran ir más allá en el diseño propiamente dicho, utilizándose la fragmentación, la macla de elementos, el collage para reagrupación y creación de nuevos todos, los pliegues, los distintos puntos de vista y descentralización.
Obtención de un caos, pero controlado, mediante torsiones, planos alabeados e inclinaciones como búsqueda de una anti-gravedad.
La forma ya no sigue la función, la forma sigue únicamente la forma, de modo que el edificio puede variar su programa funcional, sin estar supeditado y completamente adaptado a él. Los edificios se convierten en esos “elementos primarios” de la ciudad, y generadores de trama urbana, de los que hablaba Rossi en su teoría de la Permanencia en “La arquitectura de la ciudad”. Los edificios son y se comportan como puntos focales que atraen movimiento, atraen a la sociedad, regenerando espacios urbanos al proporcionar el espectáculo que se demanda. Las ciudades se identifican con edificios icónicos, con imágenes que tienen la capacidad de mover masas y se convierten en puros elementos de consumo.

Gracias a ellos, quizá, como plantea Tschumi, se pueda dar un proceso de revolución social, puesto que la relación entre edificio y hombre varía, y la arquitectura se convierte en un elemento con poder de renovar la sociedad.

“La pintura actúa en dos dimensiones, aunque pueda sugerir tres o cuatro. La escultura actúa en tres dimensiones, pero el hombre pertenece al exterior, mirándolas desde fuera. La arquitectura, por el contrario, es como una gran escultura excavada, en cuyo interior el hombre penetra y camina” Esta frase de Bruno Zevi refleja la introducción de la cuarta dimensión, el tiempo en la arquitectura. Hace falta recorrer el edificio para entenderlo en su totalidad.
La frontera entre arte y vida desaparece, rechazando la distinción entre espectador y suceso, dado que la experiencia del espacio no se puede separar de la propia naturaleza del espacio, y dicho espacio es un producto y un objeto social. El espacio se ve, se recorre y se siente.
En este contexto arquitectónico surgen propuestas como el Walt Disney Concert Hall de Frank O. Gehry, en cuya obra se mezcla su relación con artistas como Oldenburg, Serra y la cultura del espectáculo y el consumo con la tradición de los materiales y la luz de California.

Dejar un comentario